El teniente Cuervo estaba muy enfadado ya que
hacía dos meses que había visto un ratón dentro de la compañía y no era capaz de capturarlo. Por muchas trampas que ponía no lograba atraparlo y
es que era el ratón del antifaz, el jefe de la cuadrilla. Se llamaba Jerry y era
muy listo. Siempre se las ingeniaba para engañarle.
Un día, el teniente decidió pillarle desprevenido: montó una trampa y le puso como señuelo un trozo de
queso. Pero Jerry era tan inteligente que intuyó lo que tramaba el teniente Cuervo. Se
puso de acuerdo con sus amigos y decidieron volverle más loco de lo que estaba.
El
teniente Cuervo puso veneno en todo el cuartel para intentar atrapar a Jerry y sus amigos. Pero ellos rompieron todas las bolsas de veneno y desparramaron el contenido. Decidieron jugarle una mala pasada y llenaron el
suelo de pegamento. Cuando el teniente entró, resbaló con el veneno y se
quedó pegado en el suelo. Ya no podía despegarse. Se había dado cuenta de que el
cazado había sido él. Llamó a gritos a sus soldados para que vinieran a
ayudarle y, cuando tras gran esfuerzo consiguieron despegarle del suelo, se dio cuenta de que no podía hacer
nada contra Jerry, el ratón del antifaz.
Julen
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